En pocas semanas vendrán las jornadas con temperaturas algo más bajas  y por consiguiente el cambio de ropas… algo más abrigadas. Recurriremos a los buzos, las bufandas y sin descuidar nuestros pies, los abrigaremos con medias y calzado apropiados a la temporada.

El calzado siempre ha sido todo un tema. El calzado cerrado somete al pie a presiones y roces del cual nos habíamos desacostumbrado en los últimos meses. Es aquí que debemos prestar atención agudizando la observación en ellos. En primera instancia, tendremos que ver en qué condiciones está el calzado que usamos el año pasado. ¿Qué debemos observar? Su aspecto exterior. Que esté en buenas condiciones y ni que hablar que su interior  también  debe estar, no en buenas, sino que en perfectas condiciones de uso. ¿Qué queremos decir con esto? Su interior debe estar inmaculado, como si fuesen nuevos, con plantillas en perfecto estado y debemos colocar nuestra mano en su interior buscando irregularidades, las cuales pueden ser posibles elementos de molestia o  provocadores de alguna herida.

Al usar calzado totalmente cerrado pueden surgir molestias a las cuales debemos estar muy atentos. Un calzado en malas condiciones puede volverse nuestro peor enemigo, pudiendo provocar heridas y todos sabemos el riesgo que esto representa. Una herida, un problema.

Es importante recordar que cuando compremos un calzado, el mismo deberá tener determinadas características y ellas son: su capellada debe ser de cuero o lona, su suela preferentemente de goma y en forma de mecedora (balancín).

La capellada debe ser alta, amplia y redonda, permitiendo de esta manera el correcto movimiento de los dedos. Y algo más: sin costuras.

Su parte posterior debe de ser de la siguiente manera: contrafuerte consistente y almohadillado.

La compra la debemos realizar en horas de la tarde; cuanto más avanzada la hora, mejor.   ¿Y porque hacer esto? Por una sencilla razón, nuestros pies suelen estar más edematizados (hinchados) en la tarde que en las horas de la mañana. Debemos probar los dos zapatos y caminar algunos pasos con ellos. Debemos tener puestas las medias que usamos habitualmente. Si usamos plantillas u ortesis, el calzado se debe probar con ellas.

El tema medias no es menor que el tema abordado anteriormente. Las medias deberán  ser de hilo o algodón, pues estos materiales suelen absorber la sudoración. Si las medias tienen en la puntera una costura muy pronunciada, se sugiere usarlas al revés, para que no lastimen nuestros dedos. El color de las medias es muy importante, y nos podríamos preguntar ¿Por qué?. Siempre sugerimos colores claros, por la sencilla razón, de que ellos delatan cualquier herida, manchándose y así podemos reaccionar inmediatamente. En las medias de colores oscuros las manchas de heridas pasan desapercibidas.

Con las próximas estaciones también vendrán las lluvias y salvo que siempre estemos con las botas puestas, nuestros pies se nos mojarán. Atención con esto. Ellos deben permanecer el menor tiempo posible húmedos. Si se nos mojan deberíamos secarlos en forma inmediata, pues la humedad desmerece la calidad de nuestra piel, debilitándola, con grandes posibilidades que se provoque alguna herida. La mejor manera de secarlos correctamente, es la siguiente: lavarlos y secarlos con una toalla, culminando el lavado con secador de pelo, con aire frio o tibio, nunca caliente, pues correríamos el riesgo de quemarnos.

Muchos anuncios nos dicen que debemos ponerles talcos o polvos a nuestros pies, para mantenerlos con buen aspecto, sanos, limpios y sin olor. Tan solo buscan un único beneficio y es el de vender, ya que estos productos secan aún más la piel. Los mantendremos de buen aspecto y sanos, limpios y sin olor, con el simple procedimiento de lavarlos y aplicándole cremas en toda su superficie excluyendo los espacios interdigitales.

Otro tema que no es menor es la temperatura de nuestros pies. ¿A quien no se les “congelan” en invierno? ¿Cómo le damos temperatura, para que no nos duelan por el frio?      Nunca con calor directo de estufa o bolsa caliente (agua o semillas). Debemos envolverlos en alguna manta y nada más que eso. Esto es lo seguro, no nos implica ningún riesgo de quemaduras.

Si llegáramos a tener en algún momento alguna herida, ¿Qué podemos hacer?

Lo ideal es siempre consultar a un profesional entendido en el tema de Diabetes.

Nosotros en primera instancia a la herida debemos lavarla en forma generosa con un jabón neutro y enjuagarla con suero fisiológico o con agua potable, cubriéndola posteriormente con una gaza estéril.

Otra de las heridas frecuentes, son las flictenas, (ampollas). Bajo ningún concepto debemos romperlas para drenar su contenido.

Se deben mantener intactas, pues al drenarlas corremos el riesgo de infección.

¿Qué es lo que no debemos hacer con las heridas?

Lo INCORRECTO es, aplicarle agua oxigenada o productos que contengan iodo. Estos productos actúan sobre la herida enlenteciendo su cicatrización y además el iodo quema la piel alrededor de la herida, pudiendo provocar una herida de mayor superficie. Siempre deberemos consultar con un profesional, como mencionamos anteriormente, para que nos indique los pasos a seguir.

Este artículo no es para crear pánico, el propósito es crear  RESPONSABILIDAD. Con RESPONSABILIDAD y CONOCIMIENTO evitaremos muchos inconvenientes y obtendremos una mejor calidad de vida. ESE ES EL PROPÓSITO.