El artículo que sigue, fue tomado adaptado  y resumido, del  Estudio realizado en el  Hospital  Militar Regional de Acapulco, Guerrero,  en  febrero 2017 por los Doctores, Pacheco-Armenta MC y  Jáquez-Torres JA.

Un poco de historia.

En 1988, el síndrome metabólico fue descrito por Gerald Reaven (1928-2018), profesor de medicina de Stanford. Este científico descubrió el papel de la resistencia a la insulina en muchas otras enfermedades, incluidas la enfermedad coronaria, la hipertensión, el azúcar en la sangre. Fue el primero en identificar estas anomalías clínicas como relacionadas colectivamente con la enfermedad cardiovascular, una afección que Reaven  denominó “Síndrome X” y que hoy conocemos como,  Síndrome Metabólico.

Es un grupo de alteraciones metabólicas secundarias a la  combinación de factores genéticos y ambientales, principalmente por mala alimentación y falta de actividad física. Debido a ello, aumento del riesgo de Diabetes, enfermedad coronaria y cerebro-vascular, y es cinco veces mayor la posibilidad de muerte por enfermedad cardiovascular.

Existen factores de riesgo modificables: exceso de peso y grasa corporal, inactividad física y malos hábitos alimentarios, por una dieta con alto porcentaje de grasas saturadas, carbohidratos refinados y sodio.

El síndrome metabólico se establece con la manifestación o coexistencia de tres componentes, y si bien existen algunas diferencias según las organizaciones y países que los determinan, tomaré lo resuelto por la Federación Internacional de  Diabetes.

El diagnóstico se establece con:

– Incremento de la circunferencia abdominal (en países latinoamericanos es de 94 cm en hombres y 88 cm en mujeres).

– Elevación de triglicéridos: igual o mayor de 150 mg/dL (o en tratamiento hipolipemiante específico).

– Disminución del colesterol HDL: menor de 40 mg en hombres  y 50 mg en mujeres (o en tratamiento, con efecto sobre el HDL).

– Elevación de la presión arterial sistólica de 130 y diastólica de 85 mmHg (o en tratamiento antihipertensivo).

– Aumento de la concentración de glucosa de ayuno: igual o mayor de 100 mg/dL (o en tratamiento con fármacos).

En resumen, el diagnóstico de síndrome metabólico surge con tres de los cinco componentes mencionados.

Actualmente se reconoce que el tejido adiposo, especialmente el visceral, funciona como un órgano endócrino que ayuda a entender por qué se produce la  resistencia a la insulina. El tejido adiposo está formado por células de grasa (adipocitos) y un tejido, conjuntivo-vascular, donde residen los preadipocitos, que luego se transformaran en adipocitos.

El sobrepeso y la obesidad, particularmente la adiposidad abdominal, aumentan el riesgo de Diabetes tipo 2 y enfermedad cardiovascular.

El exceso de tejido adiposo abdominal se asocia con resistencia a la insulina (precursor de la Diabetes tipo 2) y genera un medio inflamatorio en las arterias, caracterizado por altas concentraciones de proteína C reactiva y otros marcadores inflamatorios (fibrinógeno, activador del plasminógeno-1, y citocinas, entre otros. Todo ello conduce a la arterioesclerosis.

Se ha demostrado que las reducciones relativamente pequeñas de peso corporal pueden disminuir significativamente el tejido adiposo abdominal, la resistencia a la insulina y las concentraciones sanguíneas  de triglicéridos; aumentar las concentraciones de colesterol HDL, (colesterol bueno), reducir la inflamación y el riesgo cardiovascular global.

Este estudio demuestra que el factor con mayor incidencia es la obesidad y sobrepeso, pues se trata de una población sedentaria, con deficientes hábitos alimenticios en cuanto a calidad y cantidad, que resultan en dislipidemia y predisposición genética de enfermedades crónico-degenerativas, con subsiguiente aumento  de los índices de síndrome metabólico en nuestro país.

La disminución del peso y la incorporación de actividad física son la base del tratamiento y/o de la prevención del síndrome metabólico.

Este estudio nos dice también que, sin duda alguna, no es fácil definir una alteración con solo 5 criterios, pues cada población es diferente, según su influencia genética, factores ambientales y hábitos higiénico-dietéticos, que repercuten para unificar criterios en la población mundial y pese a la diferencia tan significativamente estadística entre las diferentes organizaciones de salud, esto no cambia el hecho de que se ha demostrado, de acuerdo con diferentes estudios, criterios y poblaciones, que el síndrome metabólico es uno de los principales problemas de salud alrededor del mundo.

Conclusión:

Las medidas que cualquier medico puede indicar para mejorar este cuadro o para evitar su progreso, no son tan complicadas como podríamos imaginar. Diez minutos de charla, alcanza, pero hasta eso es difícil en nuestro sistema de salud.