La Diabetes es una enfermedad crónica que se ha incrementado en los últimos años en el mundo. Es considerada una enfermedad sistémica porque daña a múltiples órganos con el tiempo, entre ellos a los riñones.
El fallo renal o insuficiencia renal producida por la Diabetes, también se la conoce como nefropatía diabética.
La función principal de los riñones es el mantener el equilibrio del organismo mediante el
filtrado del exceso de agua, de los desechos que este genera y de su eliminación a través de la orina.
También es función de los riñones ayudar a controlar la presión arterial, producir hormonas que contribuyen a formar glóbulos rojos y mantener los huesos sanos. Estas funciones también se ven alteradas cuando se produce y se desarrolla el daño renal.
Alrededor de un tercio de la población diabética con el tiempo la desarrolla. Evoluciona lentamente durante años antes de que se presenten síntomas o se manifieste clínicamente.
La alteración renal se presenta en las unidades de filtrado (glomérulos) por alteración de los vasos sanguíneos aumentando el trabajo (hiperfiltración) y en etapas más avanzadas del daño renal, permitiendo la pérdida de proteína (albumina) lo que denomina proteinuria.
¿Qué hacer para evitar y/o prevenir el fallo renal?
La mejor manera es mantener:
– Glicemias en valores aceptables
El mantener niveles altos de azúcar en sangre provoca que los vasos sanguíneos del riñón en especial de las unidades de filtración (glomérulos) alteren su estructura (los vasos sanguíneos se estrechan y se ponen más rígidos) limitando la circulación sanguínea y permitiendo la salida de proteína que luego aparece en la orina, lo que se conoce como proteinuria o microalbuminuria.
Valores de glucemia aceptables: entre 80 y 130 mg/dl, o valores postprandiales menores de 160mg/dl), o valores de hemoglobina glicosilada menores al 7 %
– Control de la presión arterial
Se llama presión arterial a la fuerza que ejerce la sangre en las paredes de los vasos sanguíneos al pasar por ellos.
Es importante recordar que la Diabetes también provoca aumento de la presión arterial o hipertensión.
Es importante el control periódico de la presión arterial y cumplir con la toma de medicación antihipertensiva prescrita por su médico.
Se consideran presión arterial aceptable a valores menores de 140/80mmHg).
– Mantener peso saludable, evitando el sobrepeso y la obesidad.
Porque la resistencia a la insulina aumenta el trabajo renal y el tejido adiposo libera una sustancia llamada cistoquina proinflamatoria que aumenta el daño de los vasos sanguíneos del riñón y la pérdida proteica.
– Mantener valores adecuados de Colesterol.
La dislipemia es frecuente en los pacientes diabéticos en especial en los diabéticos tipo 2. Muchos estudios demostraron que el mantener colesterol elevado aumenta el daño renal.
Los valores recomendados de colesterol son entre 150 y 200 mg/dl.
– Realizar ejercicio físico dentro de sus posibilidades, evitando el sedentarismo.
El realizar ejercicio en forma programada o tan solo caminar diariamente, ayudan al paciente diabético a mantener la glicemia dentro de valores aceptables y contribuye a un mejor trabajo cardiovascular.
– Cumplir con medicación prescrita por su diabetólogo.
Cumplir con medicación prescrita y no realizar ningún cambio sin haberlo hablado con su
diabetólogo o médico tratante es fundamental para el paciente diabético y le permite un óptimo control metabólico .
– Cumplir con las directivas dietéticas.
Mantener una alimentación saludable, le permitirá prevenir, retardar el fallo renal sin que se resienta el estado nutricional.
Muchos de los ítems mencionados que retardan el desarrollo del daño del riñón, tienen íntima relación con la alimentación. Por tal motivo la alimentación es considerada uno de los pilares en el tratamiento. La adherencia y cumplimiento del mismo, contribuyen al logro de un buen control metabólico y mantenimiento del estado nutricional.
Esto implica que el paciente diabético debe conocer su plan alimentario, debe recibir información y orientación del mismo y una vez detectado el fallo renal la orientación médico-dietética le permitirá adquirir conocimiento sobre cómo lograr una alimentación nefroprotectora.
El abordaje oportuno, aprendizaje y seguimiento dietético contribuye al logro de estos objetivos.
Recordemos pautas de alimentación a seguir:
-Ingesta calórica.
Debe ser adecuada al sexo, edad, actividad física, ser suficiente para mantener el peso si se encuentra en normopeso, o hipocalórica para favorecer el descenso del mismo, en caso de sobrepeso u obesidad. Es decir, propender al logro de peso saludable.
-Ingesta proteica.
Es aconsejable disminuir (no evitar) el consumo diario alimentos proteicos, de forma de disminuir el trabajo del riñón.
Pero debe asegurarse que el 50 % de las proteínas a consumir debe provenir de alimentos como carnes rojas o blancas, leche, huevo principalmente la clara, ya que el organismo la utiliza en su totalidad. La recomendación es entre 0,6 y 0,8 g de proteínas por kilo de peso. Este aporte permite mantener la reserva muscular así como muchas de las funciones del organismo que necesita de proteínas para que se lleven a cabo adecuadamente.
-Ingesta de carbohidratos.
Debe ser entre el 55 y el 60 % del aporte calórico.
Se aconseja consumir hidratos de carbono complejos (almidones) que se absorben más lentamente y se aconseja con bajo contenido proteico. La distribución de los mismos en el día dependerá de si necesita de medicación para el control glucémico o si es exclusivamente a través del plan alimentario.
El control de los carbohidratos puede hacerse por método diferentes. El método a utilizar depende de cada paciente diabético y de lo acordado con el Lic. en Nutrición.
-Ingesta de grasa.
El consumo de grasa debe ser de 1/3 o menos del aporte calórico.
Se aconseja utilizar grasas aportadas por los aceites mono y poli insaturados como lo son el aceite de maíz, oliva, canola, salvado de arroz. No consumir grasas trans, provenientes de aceites hidrogenados como lo son las margarinas. Evitar su uso como medio de cocción
La finalidad de su control y de la selección de las mismas es disminuir las dislipemia (colesterol, triglicéridos), el sobrepeso y la obesidad.
-Ingesta de sal.
Es importante el control del consumo de sal, se sea o no hipertenso. El consumo excesivo de sal causa aumento del trabajo renal. La OMS recomienda que el consumo de sal sea de 5 g diarios, pero en nuestro país el promedio de consumo es el doble, por lo que se aconseja evitar o limitar su consumo.
Pero si puede comer con sal, se aconseja preparar los alimentos sin su agregado y realizar el mismo en el momento que los va a consumir, de esta manera se reduce la cantidad a utilizar.
Esperamos que la información brindada sea de utilidad, pero no sustituye la consulta con el equipo de salud tratante.