Si bien Diabetes Al Día esta específicamente orientada -como es lógico- al paciente diabético y a informar a su familia, en esta columna me interesa abordar otros temas que hacen a la sexualidad masculina ya que esa es nuestra formación clínica.

Los varones, en nuestro país, tienen el triste privilegio de tardar en promedio de 5 a 6 años para consultar por los problemas de erección, si es que lo hacen.

Aclaremos, porque nadie está obligado a conocer términos médicos: cuando hablamos de erección, nos referimos a la dureza del pene.

Las causas de ese fallo eréctil son muchas y no nos debería sorprender que aparezcan aunque creamos que no tenemos ninguna enfermedad.

Es típico escuchar en la consulta frases como: “yo soy sano, no tengo nada” y sin embargo tampoco tienen erección.

Hay factores que generan estos fallos y que son inherentes exclusivamente al proceso de involución, esto es, a la edad. La edad sola, de por sí, en un incesante proceso de deterioro de nuestras funciones, conduce a una disminución de la potencia  y de la función sexual en general.

La ciencia permite hoy en día revertir esta situación y mantener una vida sexual activa por muchos años más a pesar de la edad. El grado de esa mejoría depende lógicamente de la existencia de otros factores médicos involucrados, pero también del grado de motivación personal.

Son múltiples, como dije, los motivos de orden patológico que pueden desembocar no solo en una disfunción eréctil, sino también en trastornos del deseo sexual, y de la eyaculación u orgasmo. Así tenemos la diabetes, que es lo que en esta publicación más nos compromete, y agreguemos los múltiples factores de riesgo vascular de los que ya hemos hecho mención en estas páginas. Estos elementos vasculares afectan el riego sanguíneo en todo nuestro organismo y llevan a la disminución del aporte de oxígeno a los tejidos. Si eso pasa en el corazón, se produce un infarto cardiaco, si pasa en el cerebro, una hemiplejia y si pasa en el pene, un fallo en la erección.

Las causas hormonales pueden estar en la base de una disfunción sexual. Los trastornos de la glándula tiroides en más o en menos, de la hipófisis, de las glándulas suprarrenales y de las gónadas (testículos).

Las enfermedades de la próstata tanto benignas como malignas -y sobre todo cuando hay una cirugía o tratamiento radioterapéutico de por medio- tienen una alta influencia en la erección.

Las enfermedades neurológicas, la insuficiencia hepática, renal o respiratoria, muchas veces la encontramos en pacientes portadores de trastornos sexuales.

Múltiples fármacos tienen una acción que perjudican la respuesta sexual humana tanto en varones como en mujeres, y deben conocerse.

Las malformaciones del aparato genital, los traumatismos del mismo por fracturas a nivel de la pelvis, las fibrosis penianas de diferentes orígenes, también deberán ser buscadas por el medico tratante.

Una mención especial merecen los factores de orden psicológicos que se pueden encontrar en muchos pacientes: ansiedad, temor y rol de espectador.

Acá, apenas hemos esbozado una parte de los motivos que pueden llevar a la perdida de la erección. Trataremos en otras publicaciones de ir desarrollando algunos de estos temas que son de más interés para ustedes.

El lector que crea que presenta una dificultad en su erección, puede realizar el siguiente test. Esto se conoce como Índice Internacional de la Función Eréctil, abreviado en 5 preguntas de fácil respuesta.

Cada pregunta tiene una puntuación en la fila superior para sumar al terminar.

Un puntaje de 21 o menor, indica que existe una disfunción eréctil.

Seria buena cosa no esperar 6 años para consultar cuando el puntaje es bajo.