El 11 de marzo de 2020 la infección por el virus del coronavirus (COVID-19) fue decretada pandemia por parte de la Organización Mundial de la Salud. Esta situación afecta a la salud y a los derechos sexuales y reproductivos a distintos niveles, de forma individual y social.
Todavía no se sabe si las tasas de mortalidad de casos COVID-19 más altas informadas en hombres en comparación con mujeres hasta la fecha se atribuyen a la susceptibilidad biológica específica del sexo, a variaciones en las comorbilidades preexistentes, a los factores de riesgo en el comportamiento o a la combinación de los anteriores.
Las crisis humanitarias pasadas han demostrado que el acceso reducido a los servicios de atención prenatal, violencia de género y atención de salud mental aumenta las tasas y secuelas de embarazos no deseados, abortos extra hospitalarios, infecciones de transmisión sexual, complicaciones del embarazo, aborto espontáneo, trastorno por estrés postraumático, depresión, suicidio, violencia doméstica y mortalidad materna e infantil.
En lo que respecta a la andrología, nos planteamos una serie de preguntas relacionadas con la pandemia: ¿Es posible encontrar el virus en el líquido seminal? ¿El SARS COV-2 infecta los testículos y, en caso afirmativo, cómo se traduce clínicamente? ¿Cuáles son los efectos del virus y los problemas relacionados, (infección asintomática, aislamiento, cuarentena) sobre la función sexual, el comportamiento sexual y la reproducción en general?
Como todos sabemos, el virus se transmite por aerosoles que pueden permanecer suspendidos en el aire durante muchos minutos después de toser o estornudar, e inicialmente se localiza principalmente en la cavidad orofaríngea y nasofaríngea de la persona infectada. La transmisión puede ser directa, si la otra persona se encuentra lo suficientemente cerca, o indirecta, a través de superficies en las que se ha demostrado que el virus puede sobrevivir. También se ha documentado la presencia del virus en las materias fecales de pacientes infectados. La limpieza adecuada de los espacios compartidos y la higiene personal son fundamentales. Los estudios realizados hasta la fecha no han conseguido detectar el virus en muestras de sudor, semen o fluidos vaginales, pero si el paciente o su pareja presentan síntomas, es preferible evitar las relaciones sexuales.
La recomendación para los pacientes que son positivos para el virus es mantener un aislamiento dentro del domicilio, en una habitación individual, minimizando el contacto con el resto de habitantes de la casa. Las relaciones sexuales suponen una situación con un grado de exposición muy elevado; por tanto, el contagio es posible si una de las dos personas está infectada. Las personas que están asintomáticas tras haber pasado la infección deberían mantener estas mismas precauciones hasta que hayan eliminado el virus de su organismo, ya que se ha demostrado que, incluso sin síntomas, pueden transmitirlo.
El síndrome respiratorio agudo severo relacionado con el SARS-CoV-2 es el paso final, y probablemente el más grave, del proceso infeccioso del virus. Sin embargo, la evidencia actual sugiere que la infección también tiene implicaciones en el tracto urogenital.
El sistema reproductivo masculino es vulnerable a la infección.
Un análisis de autopsias de tejido testicular obtenidas de 6 pacientes fallecidos a causa de COVID-19 mostró que este virus puede inducir inflamación testicular.
Los resultados anatomopatológicos mostraron muerte de las células formadoras de espermatozoides y disminución de los espermatozoides en el epitelio seminífero.
El daño del tejido testicular puede inhibir la producción de testosterona. Por otra parte, se puede llegar a dar una respuesta autoinmune destruyendo el epitelio seminífero lo cual afecta la fertilidad.
Otro estudio reciente proporciona información sobre alteración de la función gonadal masculina en la infección por SARS-CoV-2. Este estudio demostró que la relación entre la testosterona y la hormona luteinizante (T/LH) en 81 pacientes con COVID-19 se redujo drásticamente en comparación con 100 pacientes sanos de la misma edad. La relación T/LH se comporta como un potencial marcador de daño al sistema reproductivo.
Respecto a los tratamientos de fertilidad, los datos publicados sugieren que los síntomas en mujeres embarazadas son similares a los de otras personas, y que no hay evidencia de mayores riesgos maternos o fetales.
Tomado y extractado de la publicación de:
María Alejandra Egui Rojo, Esaú Fernández-Pascual y Juan Ignacio Martínez-Salamanca.
Revista Internacional de Andrología
Volume 18, Issue 3, July–September 2020, Pages 124-126