La importancia de reconocer, tratar y controlar la Diabetes queda demostrada en diferentes casos que vemos en nuestro consultorio.

El 22 % de los pacientes que nos han consultado o que tenemos en tratamiento, son diabéticos que llegaron a nosotros a sabiendas de su patología metabólica. En otros casos hemos descubierto la Diabetes luego de que algunos varones han consultado por el inicio de una disfunción eréctil.

El paciente portador de una Diabetes ya conocida, por lo general está siendo tratado y controlado por su medico diabetólogo o por su médico de cabecera. Ello, lamentablemente no significa que esté siendo bien tratado o bien controlado, culpa que no se debe atribuir a veces ni al paciente ni al médico, sino más bien al sistema de salud que estamos padeciendo con larguísimos periodos de espera entre una consulta y la próxima.

Pero también debemos reconocer -y así se lo debemos decir a nuestros pacientes-, que muchas veces, la falta de control y de un correcto tratamiento, corre exclusivamente por cuenta de él.

Quiero en este artículo hacer referencia a algunos casos que vemos en nuestra consulta medico-sexologica y que atañen a la falta de conciencia de la existencia de la Diabetes.

Primer caso.
Paciente de 75 años de edad, que nos consulta por disfunción eréctil de más de 10 años de evolución con pérdida total de la capacidad de penetración.

De sus antecedentes surge un dato interesante, DIABETES, de tipo 2 diagnosticada hacia más de 11 años y tratada solamente los primeros meses ya que según el paciente, cuando le bajó el “azúcar”, dejó la medicación.

El examen físico dirigido a la circulación periférica y específicamente a la búsqueda de los latidos penianos, mostro un déficit global pero, a nivel genital, total, esto es, ausencia de latidos cavernosos.

El primer paso es lograr que el paciente aprenda  que la Diabetes, no es una enfermedad que se cura, sino que es crónica y que tomar unos meses la medicación solamente, nada resuelve. Por ello lo medicamos y logramos bajar sus cifras de 3 gramos y medio  a un promedio de 1,35 gr.

Intentamos por todos los medios tratar su disfunción eréctil con fármacos vía oral y con inyecciones intracavernosas pero sin lograr ningún tipo de beneficio.

Este ejemplo quizás sea muy extremista pero en él se refleja algo que siempre intentamos aconsejar, el estricto control y tratamiento de la Diabetes en todos aquellos que nos visitan. Nada podemos lograr cuando el daño vascular es total, cuando la arteriosclerosis ha hecho desaparecer la luz del vaso. Acá no hay angioplastia ni bypass que valga.

Segundo caso.
Paciente de 51 años de edad, diabético, de 8 años de evolución insulino dependiente desde hace 2 años, portador de una disfunción eréctil de 1 año y medio de evolución, parcial, esto es por momentos bien, y en ocasiones, mal. Refiere que su trastorno sexual se va agravando siendo los episodios de falla cada vez más frecuentes.

Si bien el examen mostró latidos penianos presentes aunque no buenos, los fármacos vía oral lo ayudaron al principio pero ahora con dosis incluso exageradas y nada recomendables, no tiene respuesta eréctil.

Un dato importante -y que siempre determina la evolución de cualquier terapéutica-, es que sus controles de glucemia son pésimos, con valores que oscilan entre 1,45 gr a 3,90. No cumple con la dieta ni el ejercicio y su peso muestra una obesidad grado 1.

Debió, dada la evolución clínica, pasar a usar inyecciones intracavernosas con resultados variables que ocasionan frecuentes reclamos hacia nosotros. Estos reclamos serian muy validos si él, mantuviera cifras de glucemia adecuadas sin picos y si estuviera realizando las recomendaciones de su diabetólogo, que de ninguna manera cumple. Entiende perfectamente que cuando su glucemia es baja, la respuesta a la inyección es excelente, pero no entiende porque no lo es en el caso contrario. Esta es nuestra lucha permanente, con este y otros pacientes impacientes.

Estos  casos son simples ejemplos de dos pacientes de diferentes edades, y diferentes Diabetes pero que tienen en común la falta de controles o de obediencia al tratamiento intentando dejar  bajo la responsabilidad del profesional no solo su sexualidad sino también, su vida.

La consulta precoz, puede evitar muchos disgustos, al paciente y a su pareja.