Los niños y adolescentes con diagnóstico de Diabetes mellitus tipo 1 (DM1) que con tratamiento adecuado presenten un buen control metabólico, no tienen más probabilidad de infecciones y enfermedades que otros niños sin Diabetes. No obstante, cualquier enfermedad hace que el manejo de los valores de glicemia sea más complejo y exista un mayor el riesgo de complicaciones agudas como lo son la cetoacidosis (hiperglucemia con aumento de cuerpos cetónicos) o la hipoglucemia (valor de glucemia capilar menor a 70 mg/dl).

Existe evidencia que demuestra que la Diabetes con mal control metabólico, suele disminuir la respuesta del sistema inmunológico y aumentar la probabilidad de enfermar. De igual forma, puede prolongar la recuperación de los procesos infecciosos, sean virales o bacterianos.

En algunas enfermedades, especialmente aquellas que se asocian con fiebre, los niveles de glucosa sanguínea se elevan, como consecuencia del aumento de las hormonas de estrés.  En contraste, las enfermedades asociadas con vómitos y diarrea (gastroenterocolitis viral) pueden bajar los niveles de glucosa aumentando el riesgo de hipoglucemia. La falta de alimento, las evacuaciones reiteradas y/o la diarrea contribuyen al mayor riesgo de hipoglucemia. En algunas oportunidades se puede observar que los requerimientos de insulina son más altos durante el periodo de incubación, antes de la aparición de la enfermedad.  Este aumento de la necesidad de insulina puede persistir por algunos días después de la enfermedad, si bien las necesidades de insulina son muy diversas de un niño a otro.

Cómo nos prepararnos para una posible enfermedad. Consejos útiles.

Monitoreo más frecuente de glucosa capilar.

Medir la glucosa con mayor frecuencia durante la enfermedad permitirá un manejo óptimo.  En el caso de utilizar monitoreo continuo (Free Style Libre) se debe tener presente las tendencias de la glucosa.

La glucosa sanguínea debe ser monitoreada al menos cada 3 a 4 horas, inclusive durante la noche y en algunas ocasiones cada 1 a 2 horas. Por lo que es necesario tener reservas de insumos, tirillas e insulina para estos momentos.

Se debe distinguir si es una enfermedad asociada con hipoglucemia o hiperglucemia, de acuerdo al monitoreo y hacer los ajustes de insulina en relación al resultado de las glicemias sanguíneas.

Nunca dejar de usar insulina completamente.

La dosis de insulina puede necesitar ser aumentada o disminuida para mantener un adecuado control metabólico, pero nunca se la debe omitir.  Un error común es pensar que porque el niño no está comiendo no debe usar insulina, esto aumenta el riesgo de una cetoacidosis. Aun en situación de ayuno se necesita algo de insulina para las necesidades básicas del metabolismo, las que suelen aumentar durante una enfermedad aguda.

Mantener hidratación.

Es esencial mantener la hidratación en cada niño con Diabetes durante la enfermedad aguda, líquido azucarado o no, deben ser proporcionados de acuerdo a la glucemia capilar. Se debe tener presente que puede ser necesario la administración de líquidos por vía intravenosa en caso de que el niño no pueda tomar líquidos por boca.

La hiperglucemia, la fiebre, la pérdida de glucosa por la orina y cetoacidosis contribuyen a la pérdida de líquidos.

Es necesario tener un botiquín de primeros auxilios, donde se deben tener elementos para prevenir la deshidratación.

Los líquidos para hidratar deben contener sal y agua, especialmente si hay pérdida asociada a vómitos y diarrea.  El caldo de pollo, la limonada hecha en casa con un poco de sal y azúcar son excelentes fuentes de agua y electrolitos.

Niveles elevados de cetonas pueden estar asociados con ayuno prolongado o con carencia de insulina y pueden llevar a sentir náusea, que disminuye el consumo de agua y alimentos, lo que aumenta el riesgo de deshidratación y cetoacidosis

Es importante considerar la necesidad de líquidos intravenosos si hay náusea, vómito y diarrea persistente con pérdida de peso, especialmente en niños pequeños (menores de 5 años) quienes están en alto riesgo de deshidratación sin un adecuado consumo de alimentos y líquidos.

Pérdida del apetito.

Reemplazar las comidas con alimentos de fácil digestión (caldo de arroz o lentejas y líquidos con azúcar) que proveen energía (carbohidratos) puede ayudar a prevenir el ayuno cuando la insulina se ha inyectado.

Debemos tener a mano en casa para el manejo durante los días de enfermedad lo siguiente:

-Azúcar, miel, y frutos secos para prevenir hipoglucemia.

-Líquidos con electrolitos como las bebidas deportivas, limonada hecha en casa con sal y azúcar, polvo mezcla de electrolitos, o suero fisiológico.

-Carbohidratos de fácil digestión como galletas, fideos, arroz o yogurt.

Manejo adecuado de la enfermedad de base.

La enfermedad subyacente debe ser tratada como a cualquier niño sin Diabetes (antibióticos para las infecciones bacterianas, según indicación médica). Se debe manejar la fiebre, malestar y dolor de cabeza con antipiréticos o medicación para el dolor como paracetamol o ibuprofeno si no hay alergia hacia estos medicamentos.

Recomendaciones para la administración de insulina durante los días de enfermedad.

Infección asociada a hiperglucemia.

En general, se debe aumentar la dosis de insulina de acción rápida sobre la dosis normal cuando hay fiebre, excepto para enfermedades gastrointestinales con vómitos. La dosis y la frecuencia de las inyecciones dependerán del nivel y duración de la hiperglicemia. Estas dosis extra usualmente se aplican de forma subcutáneas pero se podrían suministrar intramuscular con la supervisión del médico tratante.

Infección asociada a hipoglucemia.

La infección asociada a hipoglucemia generalmente involucra el tubo digestivo, siendo la gastroenterocolitis viral la más común.  Estas enfermedades están asociadas a nauseas, vómitos con o sin diarrea.  La hipoglucemia se da debido a la reducción de comida debido a la náusea y el vómito, se altera el transito gastrointestinal acelerado por la diarrea.

Es esencial mantener la hidratación; líquidos con o sin azúcar deben ser proporcionados de acuerdo a los niveles de azúcar en sangre.

Se debe medir la glicemia frecuentemente para guiar la reducción de la dosis de insulina, la cual nunca debe omitirse totalmente.

Incluya alimentos/líquidos que contengan azúcar con su respectiva dosis de insulina.

La meta es mantener una glucosa entre 70 y 180mg/dl cuando el niño está enfermo.

Cuando hay gastroenterocolitis la dosis de insulina se debe disminuir de un 20 a un 50 % debido al poco consumo de alimentos y/o a la mala absorción, para prevenir hipoglicemia.

En caso de hipoglucemia severa mantenida, se debe consultar al médico de cabecera, sea pediatra, médico de familia, diabetólogo o endocrinólogo.

Un niño o adolescente con una enfermedad intercurrente, necesita observación urgente de un especialista cuando:

-No se conoce la causa de la enfermedad, la fiebre persiste, o la familia no puede manejar la situación en casa.

-Hay pérdida de peso lo que confirma la deshidratación persistente.

-El vómito persiste por más de 2 horas especialmente en niños menores de 5 años. o no se puede subir los niveles de glucosa por encima de 70 mg/dL.

-Los niveles de glucosa continúan subiendo a pesar de las dosis extra de insulina de corrección.

El niño o adolescente tiene agotamiento, esta confuso o tiene dolor abdominal

-Todas estas recomendaciones son útiles frente a diferentes tipos de enfermedades ya sean infecciones virales, incluyendo la infección por COVID 19, y/o bacterianas al igual que procesos digestivos de diferente índole.