“Empieza donde estás, usa lo que tienes, haz lo que puedas” dice Arthur Ashe, una de las grandes figuras de las historia del tenis y el único deportista afroamericano que ganó tres títulos de Grand Slam. Es así como todos podemos comenzar en este mundo del movimiento.

Todas las grandes tradiciones médicas de la antigüedad han reconocido al ejercicio físico como un componente de buena salud. Decía Hipócrates (460-370 A.C) “Porque el alimento y el ejercicio físico trabajan juntos para producir salud” y este concepto sigue vigente al día de hoy. Sin embargo durante muchos años la medicina se dedicó al estudio y tratamiento de la enfermedad mientras que el deporte era practicado según la creencia popular por personas sanas.

En la actualidad esta creencia se ha alejado de la realidad y la actividad física se convirtió en una herramienta fundamental a la hora de tratar la enfermedad, prevenirla y mejorar su pronóstico, siendo el sedentarismo unos de los factores de riesgo cardiovascular más importantes, más prevalentes y más olvidado.

Es necesario señalar las diferencias entre actividad física, ejercicio y deporte. Se define a la actividad física como cualquier movimiento corporal que producen los músculos esqueléticos y que genera un gasto de energía. Es uno de los pilares fundamentales del tratamiento y prevención de la Diabetes Mellitus tipo 2.

Hay que tener en cuenta que la actividad física incluye actividades cotidianas como subir y bajar escaleras e incluso las tareas del hogar. El ejercicio es el conjunto de movimientos planificados y diseñados con un fin específico como tratar y prevenir enfermedades así como para mejorar el acondicionamiento físico. Puede ser caminar, trotar, nadar o clases estructuradas en gimnasio. El ejercicio puede ser aeróbico o anaeróbico, de baja, moderada o alta intensidad. El deporte es el ejercicio físico que se rige por normas ya sea con fines competitivos o no.

El ejercicio ha demostrado mejorar el control glucémico y disminuir el riesgo cardiovascular con importante impacto en la mortalidad, mejorando la calidad de vida. Además tiene efectos beneficiosos sobre aspectos psicológicos y antropométricos. En la Diabetes tipo 2 el beneficio del ejercicio en el control glucémico es indiscutible. Se ha visto que desciende la hemoglobina glicosilada entre 0,5 y 1 % dependiendo de las características del paciente y la enfermedad.

Se ha demostrado más beneficioso el ejercicio físico aeróbico frente a los programas de ejercicio de fuerza muscular. No debe olvidarse el efecto sobre los otros factores de riesgo vascular que frecuentemente asocian los pacientes con Diabetes y síndrome metabólico. El mejor control de la presión arterial, el impacto sobre la regularización de las horas de sueño y el perfil lipídico entre otros ayudan a disminuir el forma global el perfil de riesgo vascular.
En la Diabetes tipo 1 la situación es más compleja, y si bien el ejercicio tiene muchos beneficios, no se relaciona de forma tan clara con la mejora del control glucémico ya que en este tipo de Diabetes el control de la glucemia no depende solo del gasto muscular de glucosa sino también de un complejo equilibrio entre la insulina y la ingesta. Por lo tanto en pacientes con Diabetes tipo 1 el ejercicio no debería indicarse con la finalidad de mejorar el control glucémico sino teniendo en cuenta las mejoras en el resto de los factores de riesgo y en la calidad de vida.

El ser humano es el único animal capaz de consumir grandes cantidades de alimentos con alto contenido calórico sin realizar esfuerzo para lograrlo y por lo tanto sin gasto energético. Este desequilibrio entre oferta y demanda, que nos aleja de nuestro diseño evolutivo, favorece la enfermedad (sobrepeso, obesidad, hipertensión arterial, Diabetes).

En relación a la cantidad de actividad que cada individuo realiza podemos clasificarlos en activos, inactivos o sedentarios.
¿Qué es una persona activa?
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) activo es el niño que logra alcanzar 60 minutos diarios de actividad física moderada y el adulto que logra 150 minutos a la semana. Aquellos que no alcanzan estos objetivos son considerados inactivos.

¿Qué es ser sedentario?
Sedentarios son aquellos que la mayor parte del día llevan a cabo actividades que exigen poco o ningún movimiento. Por ejemplo, estar sentado o acostado, ver televisión, jugar videojuegos, estar frente a la computadora.

La Asociación Americana de Diabetes recomienda:
• Niños y adolescentes con Diabetes tipo 1 o tipo 2 o preDiabetes deben realizar al menos 60 minutos de actividad aeróbica de intensidad moderada o vigorosa
• Adultos con Diabetes deben realizar 150 minutos o más de actividad aeróbica de intensidad moderada a vigorosa por semana, repartidos durante al menos 3 días por semana, con no más de 2 días consecutivos sin actividad.
• Adultos con Diabetes deben participar en 2-3 sesiones por semana de ejercicio de resistencia en días no consecutivos.
• Todos los adultos, y particularmente aquellos con Diabetes tipo 2 deben disminuir la cantidad de veces por día que se comportan de forma sedentaria. El tiempo de estar sentado debe interrumpirse cada 30 minutos
• Se recomienda entrenamiento de flexibilidad y entrenamiento de equilibrio 2–3 veces por semana para adultos mayores con Diabetes.

El objetivo de un programa de ejercicio físico es mejorar el nivel de salud a través del desarrollo de la resistencia, fuerza, flexibilidad y velocidad. Si el ejercicio se practica con regularidad, aumentando la intensidad y dificultad genera beneficios para la salud en general y para la personas con Diabetes en particular. El efecto beneficioso del ejercicio físico va mucho más allá de la hora en la que se practica, dura las 23 horas restantes.

Un programa de ejercicio físico, como la prescripción alimentaria, debe ser personalizado, adaptado a las características de cada individuo. Antes de prescribir ejercicio físico (entendida la prescripción como el proceso a través del cual un programa de ejercicio físico es formulado de una forma sistemática e individualizada) se debe hacer una evaluación del estado de salud y condición física de cada persona. En el caso de la persona con Diabetes hay que evaluar las complicaciones de la enfermedad que puedan limitar el programa de ejercicio físico así como también el tratamiento farmacológico.

Las complicaciones de la Diabetes obligan a tomar precauciones al momento de la prescripción del ejercicio. Cuando se prescribe la realización de ejercicio en un paciente con Diabetes, cuya finalidad es la prevención y tratamiento, debe realizarse con los conocimientos médicos y nutricionales apropiados para optimizar los resultados, obtener máximos beneficios y evitar complicaciones.

En el caso de los pacientes con Diabetes tipo 1 hay que tener en cuenta otras características del tratamiento. Las recomendaciones de alimentación y monitoreo deben ser individuales (únicas para cada paciente) y establecidas con el médico y nutricionista tratante previo al inicio del programa de ejercicio. El ejercicio físico así como los otros pilares del tratamiento de la Diabetes aporta beneficios pero también podría ocasionar efectos adversos si no se toman las precauciones necesarias en cada paciente de forma personalizada.

En síntesis, el primer paso es eliminar el sedentarismo. Luego aumentar la actividad física en las actividades de la vida diaria y planificar el ejercicio según las características individuales para maximizar los buenos resultados y evitar complicaciones.
Y recordar que “no importa cuán despacio vayas mientras sigas en constante movimiento” (Confucio).

  • Escrito en colaboración con la Licenciada en Nutrición Paula Riccetto