La adolescencia es la etapa de la vida que abarca, según la definición de la OMS, de 10 a 19 años. Es una etapa de enormes cambios, rica y fecunda, que, siguiendo a las que le precedieron, sienta las bases de una adultez saludable y feliz. Estos adolescentes son mayoritariamente sanos, pero también es tarea de quienes los cuidamos, padres, docentes, personal de salud, tener en cuenta que pueden presentar factores de riesgo para patologías futuras, o enfermar, tanto en forma aguda como crónica. Ya hemos hablado en artículos anteriores del tema.
Hoy nos centraremos en la actividad física: su definición, sus diferentes formas, en todos los adolescentes, y fundamentalmente, la importancia de la misma como forma de prevenir patologías como la obesidad y la Diabetes, y como parte del tratamiento de las mismas. La obesidad, y su predecesor el sobrepeso, han tenido un aumento exponencial en los últimos tiempos, a nivel mundial y también en nuestro país. La Diabetes es la patología endocrina más frecuente en niños, y en adolescentes está aumentando en todo el mundo, siendo difícil encontrar números veraces sobre su incidencia y prevalencia.
El 14 de noviembre se celebra en todo el mundo el Día Mundial de la Diabetes, con el objetivo de sensibilizar y tomar acciones para prevenir la enfermedad. La Asociación de Diabéticos del Uruguay (ADU) lanzó el pasado año un “registro nacional de niños y adolescentes con Diabetes”, a partir del cual esperamos conocer la realidad de nuestro país.
Durante la adolescencia puede suceder el debut de la Diabetes, o llegar la etapa adolescente en un paciente que ya la presentaba. Ambas situaciones son de gran dificultad: la adolescencia se entrelaza con la patología y puede provocar situaciones de descontrol del tratamiento, dificultades para la socialización, o problemas para la obtención de la tan ansiada autonomía.
Los pilares del tratamiento de la Diabetes, todos ellos igual de importantes, son la dieta, el ejercicio físico y la medicación. A esto debemos agregar, especialmente en la adolescencia, la prevención de las complicaciones y la educación personal y familiar para su correcto abordaje. Con respecto a la actividad física, su importancia ha sido señalada desde la antigüedad. En épocas tan remotas como el año 600 AC el médico hindú Sushruta prescribió la actividad física en personas con esta enfermedad. Entre sus sucesores, que también estaban convencidos de sus beneficios, se encontraban el romano Celso y el prominente doctor chino Chao Yuan-Fang, quien practicó durante la dinastía Sui en el año 600 DC. Estos médicos observaron en los pacientes con Diabetes una sensación de bienestar, que seguramente se debía al mejor control de la glucemia. Cuando en 1926 Lawrence observó que la actividad física mejoraba el efecto hipoglucémico de la insulina administrada, el ejercicio regular se convirtió en un elemento para la triada en el tratamiento de la Diabetes: insulina, ejercicio y dieta, descrito por Joslin en 1959.
La actividad física está definida como el movimiento corporal producido por la contracción de los músculos esqueléticos, que requiere un gasto de energía en exceso.
El ejercicio es considerado un subconjunto de actividades físicas: el movimiento planeado, estructurado, repetitivo y corporal, realizado para mejorar o mantener uno o más componentes de la buena salud.
Condición física es la habilidad de realizar un trabajo diario con vigor y efectividad, retardando la aparición de fatiga, realizado con el menor costo energético, evitando las lesiones.
Entrenamiento físico, consiste en llevar a cabo series de ejercicios previamente establecidos para desarrollar ciertas habilidades o aumentar la musculatura. El objetivo es lograr el máximo potencial en un periodo específico.
Preparación física, es la parte del entrenamiento que busca poner en el mejor estado posible de forma al deportista, optimizando sus aptitudes naturales y desarrollando al máximo sus cualidades físicas, por medio de ejercicios sistemáticos, graduales y progresivos.
Conciencia Corporal, se define como el medio fundamental para cambiar y modificar las respuestas emocionales y motoras. Esta permitirá sentir el cuerpo, escuchar sus señales, constituyéndose en una herramienta de prevención, que pueda identificar alertas, y evitar procesos o desenlaces no deseados. Se puede lograr a través de varias disciplinas que fomentan la concentración y el movimiento cómo la relajación, yoga, mindfullness, conviviendo con la actividad física tradicional. Entendemos al ser humano como una unidad biopsicoemocional indivisible, por lo cual el abordaje de la actividad física no puede ser ajeno a ello.
Todos los adolescentes deberían ser activos, y no sedentarios. También deben hacer ejercicio físico, para ponerlos en la mejor condición para crecer saludablemente, y para prevenir patologías como la obesidad. Es aún más importante que los adolescentes con Diabetes lo hagan, ya que, como hemos visto, forma parte importantísima del tratamiento.
Aquellos niños que tendían a ser incansables y llenos de energía, en la adolescencia pueden perder interés por la actividad física. Varias son las causas a las qué esto se puede atribuir, por ejemplo el aumento de sus responsabilidades de estudio, el tiempo con amigos y el exceso de tiempo en las redes. Los estudios indican que los adolescentes promedian más de siete horas diarias a navegar en internet, escuchar música, videojuegos, series ¡o todo junto! Además tienen que crecer, tomar decisiones, aceptarse en un cuerpo nuevo, conocer y aceptar su sexualidad, planificar su futuro. Y todo esto, en pleno proceso de desarrollo neuropsíquico, con un cerebro y fundamentalmente un lóbulo frontal, que termina de madurar entre los 20 y 25 años.
Está comprobado que los niños que han disfrutado del deporte y ejercicio desde chicos tienden a mantenerse activos toda la vida. Aquí entra el rol fundamental de los padres en mostrarles con el ejemplo, cuánto mejor se siente uno cuando realiza actividad física. Sabemos que no es fácil, pero es sustancial para todos. No importa cuánto tiempo pueda dedicarle, un poco es mejor que nada: los fines de semana con caminatas, salidas en bicicleta, tirándole la pelota en la playa, salidas en familia, acompañándolo a la parada o al liceo. El adolescente lo agradecerá y le será más fácil incorporar la conducta. Recordemos que al decir de un viejo maestro: “Los hijos nos miran vivir”.
Es fundamental que sea una actividad que disfrute y sea apropiada para el estado físico actual, la que luego podrá aumentar gradualmente. Es ideal hacer ejercicio todos los días y si es posible a la misma hora. Los padres pueden colaborar, sosteniendo con firmeza que la opción de no hacer ejercicio no está en la grilla de posibilidades y abriendo elección a cualquier actividad o deporte. Los adolescentes son cambiantes, y es posible que se entusiasmen hoy con el hockey, mañana con el patín, y pasado con el remo. Eso es normal, están probando, son curiosos. Son pocos los que tienen una vocación marcada, tanto en lo académico como en lo deportivo.
Es función de los padres acompañar, sostener, apoyar, sin salir apresurados a comprar el mejor bastón, los patines más sofisticados ¡o un bote! Pueden conseguirlos prestados, o comprarlos usados. Si luego no persiste en esa actividad, deja de gustarle, o, lo que es más importante, deja de disfrutarla, no sentirá la presión de haber generado un gasto excesivo. Pero también sabrá que cuenta con sus figuras adultas para apoyar y acompañar sus decisiones.
Por otra parte, si bien deberá elegir un ejercicio a practicar, no está prohibido, pero tampoco es obligatorio, que realice entrenamiento o que participe en actividades competitivas. Eso será una opción del adolescente, de acuerdo a su vocación y su deseo. Puede suceder que se excedan en la actividad física que practican, en el cuánto, y también en el cómo. Es importante que siempre estén a cargo de un profesional, que evaluará su situación y alertará ante posibles problemas.
Los beneficios inmediatos de la actividad física son varios entre los que se incluyen mantener el peso saludable, sentirse con más energía, tener mejores perspectivas de futuro, fortalecer la autoconfianza. Es también una oportunidad de relacionarse con los demás, y de formar parte de un grupo de pares, fundamental en la adolescencia. Sin duda: mejora la calidad de vida.
El programa de ejercicios debe incluir en forma IMPRESCINDIBLE dos componentes básicos. Al comienzo, calentamiento, que consiste en la realización de algunos minutos, de movimientos suaves que pueden incluir estiramientos, movilidad y actividad aeróbica de baja intensidad. Apunta a preparar de manera adecuada músculos, corazón y pulmones para el aumento progresivo de la intensidad de la actividad. Esto logrará a una mejor eficiencia muscular. Al final enfriamiento o vuelta a la calma, bajando gradualmente la frecuencia cardiaca, con estiramiento lo más completo posible. Con esto se logra la relajación de los músculos y una mejor capacidad muscular para la próxima, evitándose la sensación de agarrotamiento, cansancio muscular, dolores intensos, que hará que evite la siguiente actividad.
¿Qué ejercicios puede realizar un adolescente diabético?
Se aconsejan los de baja resistencia, porque favorecen la circulación sanguínea periférica, mejoran la oxigenación y nutrición de todas las células: caminatas, natación, bicicleta. Su práctica sistemática trae múltiples beneficios, entre los que se destacan disminuir los niveles de glucemia durante y después del ejercicio, así como los requerimientos de insulina, al optimizar la sensibilidad de los receptores; mejorar el control metabólico; aumentar el gasto calórico y ayudar a normalizar el perfil lipídico, disminuyendo por lo tanto los factores de riesgo cardiovascular.
Con adecuado control médico, en ambiente favorable, y en forma gradual, un adolescente diabético puede realizar cualquier ejercicio o entrenamiento. Ante la duda, se consulta con el profesor de educación física o entrenador que evaluará, según edad y condición física, qué es lo adecuado. Es bueno tener la opinión previa del Endocrinólogo o Diabetólogo, eventualmente del Deportólogo. Encontramos a lo largo de la historia deportistas olímpicos que han derribado los últimos mitos referentes a la incapacidad del diabético para el deporte de alto nivel.
Existen precauciones especiales a tomar antes, durante y después de cualquier ejercicio o actividad física intensa: usar calzado correcto, para evitar lesiones en los pies; controlar niveles de glucemia antes y después del ejercicio, para evitar hipoglucemias, hasta logra conocer la respuesta habitual del metabolismo; llevar alimentos que contengan carbohidratos de acción rápida, por si el nivel de glucemia desciende; tomar abundante agua, que no contenga azúcares, antes durante y después del ejercicio. La insulina previa al ejercicio debe ser inyectada fuera del área a ser activada durante éste (en los brazos si va a correr, en el abdomen si va a nadar). El ejercicio permite que la glucemia descienda, manteniendo su acción hasta 12-24 horas después de realizarlo. Hay que atender signos como que el joven se cuide excesivamente en las comidas o deje de comer, y supervisar siempre que administre correctamente la insulina.
Los padres deberán comunicar a la institución a la que concurre la condición de su hijo. En las instituciones educativas se utilizará próximamente un Manual con recomendaciones para atender esta problemática, tanto en el centro mismo, cómo durante las salidas, los campamentos y las diversas actividades docentes y recreativas. Asimismo, se realizarán capacitaciones para los docentes, el personal y los estudiantes, no solo sobre los cuidados de las personas diabéticas, sino sobre la prevención de la misma en esas edades. Es una excelente iniciativa llevada adelante por la Asociación de Diabetes del Uruguay y ANEP, qué esperamos se extienda próximamente a las instituciones deportivas. A través de la formación y la información, los docentes de Educación Física podrán generar grupos en los cuales todos los adolescentes puedan participar.
Es muy importante que los niños y adolescentes sean evaluados de forma que se adapte a sus posibilidades. Estas evaluaciones deben estar necesariamente precedidas de un correcto entrenamiento y aprendizaje de la técnica. Lo contrario conduce a la frustración y a que no deseen continuar con la práctica. Y puede además ser causante de lesiones de difícil resolución.
Como todo lo que refiere a esta etapa, hay un equipo involucrado: padres, docentes, personal de salud. Si cada uno de nosotros cumple su parte, podrán hacerlo también los protagonistas de esta historia: nuestros queridos adolescentes.