Nuestro país no escapa –lamentablemente- a una regla que tiene que ver con el aumento de la prevalencia de Diabetes en la población. Se calcula que la misma ronda, en Uruguay, el medio millón de personas.
Esa alta prevalencia está dada por los pacientes diabéticos conocidos, más los que no lo saben que lo son, y agregados aquellos que presentan elementos de riesgo vascular que nos hacen sospechar que en un futuro sean diabéticos.
Tanto el envejecimiento de la población que se da en Uruguay, asociado a los cambios en los hábitos de vida, alimentación y sedentarismo sobre todo, hacen que la Diabetes sea una verdadera epidemia.
Haremos especial hincapié en la Diabetes de tipo II, esa que “nunca vamos a tener porque somos sanos“, ya que se calcula que por cada diabético conocido y diagnosticado existe otro aun sin diagnosticar.
La Diabetes II se debe a la disminución de la secreción de Insulina, a defectos en su acción o a las dos cosas a la vez.
Muchas complicaciones de la Diabetes, a nivel retiniano, renal o neurológicas, ya están presentes cuando se realiza el diagnóstico y cuando se llega a ese diagnóstico, se piensa que ya se han perdido del 40 al 50 % de las células Beta pancreáticas, las productoras de la Insulina. Lamentablemente, esa pérdida de las células Beta, persiste ininterrumpidamente a lo largo de la vida hasta llegar el momento en que desaparecen totalmente. Eso depende lógicamente de la exigencia que sufra el páncreas. No es lo mismo un paciente que limita sus ingestas de acuerdo a una dieta adecuada, ejercicio y tratamiento específico, que aquel que hace poco caso de las recomendaciones. Con ello quiero decir que no todo paciente diabético está condenado a terminar utilizando Insulina exógena.
La medicación por vía oral es efectiva siempre y cuando exista Insulina circulando pues básicamente estos fármacos facilitan su utilización por parte del organismo. El problema es cuando ya no hay más insulina por agotamiento del páncreas. Desde ahí, se debe pasar al uso de la misma. Esto no debería considerarse un drama, como vemos que ocurre con frecuencia, pues muchos elementos patológicos mejoran, incluso la sexualidad, cuando se inyecta Insulina.
Muchos de estos conceptos vertidos ya son conocidos por los lectores, pero hay un punto en particular que me interesa recalcar. Hablamos más arriba de las lesiones que ya están presentes cuando se realiza el diagnostico de Diabetes. Todas ellas tienen que ver con la vasculopatía que la enfermedad genera.
La misma situación se produce a nivel peniano y no debe sorprender que el primer síntoma de una Diabetes sea la disfunción eréctil. Este es un punto que muchas veces los varones no comprenden.
¿Por qué si me cuido, tomo mi medicación correctamente o la insulina si fuera el caso, y hago todo lo que se me dice que haga, igual me falla la erección?
En la vasculopatía está la respuesta a esa pregunta, y debido a eso es que muchas veces el paciente responde bien durante un tiempo a la medicación pro eréctil por boca, pero luego ese efecto disminuye del tal manera que en algún tiempo puede desaparecer. De ahí en más es que debemos pasar a otro tipo de tratamiento el cual, salvo excepciones, es de por vida, al igual que puede pasar con la Insulina.
En ocasiones, los pacientes nos dicen “cómo puede ser que no tenga erección si la Diabetes me la descubrieron hace menos de un mes”. Justamente, ese mes es la punta del iceberg y diez años, son los que están ocultos por debajo de la superficie. Durante ese largo periodo previo al diagnóstico es que se producen alteraciones asintomáticas como ya vimos, a nivel renal, retiniano o penianas que un día hacen eclosión.
Hoy en día contamos con diferentes posibilidades terapéuticas que mejoran en un altísimo porcentaje la respuesta eréctil. Muchas veces, la combinación de esas terapéuticas es lo que logra los mejores resultados.
No debería ser una excusa ni para el paciente ni para los médicos que tratan a un diabético ignorar los recursos modernos de la medicina.